Desde que comencé en el mundo laboral, algo que me ha llamado siempre la atención son los espacios de trabajo, especialmente los destinados a trabajos colaborativos. Creo que no le damos la suficiente importancia y son un claro catalizador del cambio.

Hoy día, estamos desterrando poco a poco modelos de oficina como “Action Office” y “Open plan”, que se impusieron en el siglo XX y principios del XXI.

En la actualidad, las empresas que necesitan “equipos trabajando en común” optan por una combinación entre el espacio abierto y el respeto a cierto espacio personalizable para los equipos. Y para ello, utilizan varias técnicas. Veamos alguna de ellas.

Una de las opciones más comunes es emplear separadores que mejoran la acústica absorbiendo el ruido. Otra es separar el espacio de una manera amigable con vidrios con vinilos decorativos.

Ambas técnicas comparten algunas características comunes: son ligeros (no encierran a los equipos creando pequeños despachos para un departamento), apenas se pierde luz (que es una característica fundamental para un buen clima de trabajo) y hacen muy versátil la distribución de sitios. De esta manera, aprovechamos las ventajas de ambos conceptos (abierto y cerrado).

Creamos así un espacio común para grupos de 6 a 12 personas que trabajan juntos y podemos ganar bastante en cuanto a concentración, calidad y eficiencia.

Ahora bien, ¿qué buscamos para tener un entorno agradable y altamente productivo? Ante esta pregunta, yo aconsejo a las empresas con las que trabajamos en procesos de transformación digital: “Trabajar de una manera diferente requiere de unos espacios diferentes”.

¿Qué debemos buscar en estos nuevos espacios?

Yo recomiendo que los equipos deben tener al menos tres espacios: un espacio para el equipo (con sus reglas, recordatorios, peculiaridades), otro para visualizar el trabajo realizado o a realizar, y otro para colaborar en reuniones improvisadas con facilidad gráfica.

Las salas serán un lugar más para la colaboración y las personas necesitan moverse con facilidad, ya que las reuniones de “todos sentados con el portatil, donde uno habla y el resto escucha (o se aburre)” están condenadas a muerte.

Estos espacios de trabajo y una metodología adecuada deberían suponer, además, un ahorro de tiempo repercutiendo en la eliminación de un alto número de reuniones.

Además, en grandes compañías, se está optando de nuevo por la vuelta al centro de las ciudades, a las ubicaciones urbanas y bien comunicadas. Es otra manera de intentar acomodar a los trabajadores, si bien, nunca llueve a gusto de todos, claro está.

En este aspecto, tengo que decir que en Paradigma hemos tomado buena nota. Cuando entras en el edificio notas que algo es diferente. No sólo cumple todos los requisitos anteriores, sino que además, posee un color y una alegría de la que te impregnas nada más llegar.

En definitiva, la discusión espacios abiertos VS espacios cerrados es parte del pasado. El auténtico reto actual es dar espacios acordes para las particularidades de los diferentes tipos de trabajo que hacemos.

Para cada necesidad que surja, es posible que tengamos que especializar un espacio. Y esto no tiene porque ser un coste, sino una inversión, pues incrementará la eficiencia como equipo y la calidad del producto que hacemos.

Eso hace al trabajador feliz en su puesto, y eso es un punto muy importante porque los trabajadores felices seguro que hacen un trabajo de mayor calidad. Y el mayor activo para tu compañía son tus propios trabajadores.

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