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Ismael Gutiérrez 17/03/2021 Cargando comentarios…
Recientemente hemos desarrollado en Paradigma Digital la versión inicial del sistema de diseño de un canal digital de venta que carecía de él. Hasta aquí, nada realmente novedoso. Lo inusual ha sido la aproximación inicial: alterar lo mínimo posible el diseño existente, a la vez que lo dotábamos de las bases necesarias… para seguir siendo el mismo.
Si las aplicaciones digitales (mediante las cuales proporcionas tu producto o servicio digital) no están desarrolladas bajo las directrices de un sistema de diseño es muy probable que adolezcan de inconsistencias que afectan gravemente a su experiencia de uso.
Y si la experiencia de uso se percibe como muy mejorable, no te quepa duda de que eso perjudica tus esfuerzos diarios en construir tu imagen de marca.
Ahora bien, ¿existe un sistema de diseño inicial de dimensiones estandarizadas que pueda ser un buen punto de partida para valorar una primera inversión? La respuesta corta es “no”, dependerá de tu situación actual. La respuesta menos corta la tienes a continuación.
No es fácil centrar en qué consiste exactamente un sistema de diseño. Hay numerosas e interesantísimas definiciones y muchos posibles enfoques para definirlo: según su propósito, según los elementos con que debe contar, según qué cosas podríamos entender como un sistema de diseño o qué conjuntos de cosas no lo son. Tampoco es fácil explicarlo mediante el relato de sus beneficios porque, si bien son ya conocidos (velocidad en el desarrollo por ahorro de tiempos y esfuerzos, coherencia, calidad UX, etc.), son como los beneficios de ir al fisio: si solo te los cuentan, no llegarás a entender por qué los llaman beneficios.
Sin embargo, aunque ya contemos con las ventajas de un sistema de diseño en nuestros desarrollos, no tiene por qué quedar claro que son fundamentales en los buenos o malos resultados de negocio que obtenemos. Hay muchas otras cosas que podemos estar haciendo bien o mal.
Supongamos que tu aplicación o ecosistema de aplicaciones no desarrolladas bajo un sistema de diseño se desenvuelve con el éxito esperado en términos de negocio. ¿Para qué invertir en un sistema de diseño si ese éxito relativiza la importancia de la experiencia de usuario? Esta conexión de ideas es fácil de hacer porque tu aplicación está convirtiendo: tu usuario está consiguiendo completar las tareas, le pongas las trabas que le pongas. Enhorabuena, antes de nada. Pero en este caso, necesitas un sistema de diseño para registrar qué estás haciendo bien, y poder, a continuación, sistematizarlo.
Esa es la palabra clave: sistematización.
De hecho, si estás consiguiendo tus objetivos de negocio no es por estar haciendo algo bien, sino por estar haciendo algo sistemáticamente bien. Algo tienes muy bien sistematizado. Lo contrario se llamaría “sonar la flauta”, y la flauta nunca suena sistemáticamente.
Continuando con el mismo supuesto, el de tu éxito sin contar con un sistema de diseño, en el reparto honesto y sincero de méritos entre las al menos tres patas responsables de ese éxito (Negocio, Tecnología y Diseño), ¿qué está haciendo sistemáticamente bien la pata de Diseño? Si no lo sabes, no podrás replicarlo. Y si lo sabes, pero no lo tienes convenientemente registrado, no podrás mantenerlo en el tiempo a poco que el contexto cambie no podrás trasladar adecuadamente ese conocimiento a otros retos, a otros mercados o a otros equipos que no participaron en tu éxito actual.
Un sistema de diseño también puede ser, en su versión inicial, el registro de una sistematización de diseño existente, pero no expresada en ningún sitio.
Antes de que existieran los sistemas de diseño, cuando diseñábamos un producto digital tendíamos a sistematizar las soluciones que íbamos planteando. Añadíamos implícitamente unas reglas que respondían a unos principios asumidos. Y seguimos haciéndolo cada vez que diseñamos sin un sistema previo. Podríamos decir que es la esencia de diseñar.
La primera versión de un sistema de diseño de un producto ya avanzado podría consistir en el registro de esa sistematización existente.
No se trataría de realizar un inventario de elementos implicados en tu diseño, aunque este podría ser uno de sus resultados. Tampoco perseguiría una recopilación de buenas o malas prácticas de diseño. Se trataría de dejar señaladas las relaciones ya existentes dentro del conjunto de sus ítems.
Imagina ahora el caso en que tu aplicación no está obteniendo los resultados esperados y, además, no está construida sobre un sistema de diseño. ¿Seguro que no quieres ir al fisio en lugar de que te lo sigan contando?
La RAE se quita de encima con rapidez la definición de sistematizar: Organizar algo según un sistema. Luego, si tiramos del hilo, en las dos primeras acepciones de sistema, la cosa se pone algo más interesante:
1. m. Conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí.
2. m. Conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto.
Así pues, un sistema no es un conjunto de cosas por el mero hecho de ser varias y estar juntas. Han de estar acompañadas por algo que las enlace racional u ordenadamente para dotarlas de propósito.
Haciendo foco en la primera acepción del término sistema, me pregunto: de hecho ¿sería necesario la presencia de cosas para la existencia de un sistema? Por las definiciones se deduce que no, parece que la presencia de reglas o principios ya pueden suponer un sistema. Estas son previas a las propias cosas que afectarán, siempre que, cuando se apliquen a cosas, sirvan a un propósito.
Nuestro sistema digestivo, por ejemplo, podría describirse sin mencionar las cosas que lo componen, solo (y nada menos) describiendo las funciones sucesivas que han de cumplirse y el porqué de su orden concreto.
Así pues, un sistema de diseño inicial podría prescindir de todas esas cosas que suele tener si no vienen acompañadas de lo que las sistematiza. Ejemplos de esas cosas prescindibles:
Entonces, ¿cómo sería ese sistema de diseño mínimo (lo básico, lo fundamental, lo imprescindible) para que sea viable (implantable y que permita aprender de su resultado) y que no deje de ser un sistema (que sistematice)?
¿De qué debería estar formado ese MVDS, Minimun Viable Desing System, que llamarían los anglosajones?
Según sea el contexto de negocio, tecnología y diseño, y en consecuencia el alcance decidido para el sistema como proyecto a ejecutar, se trataría de rellenar los huecos:
Vamos, lo que cualquier sistema de diseño que se precie, pero en su mínima expresión útil.
Un sistema de diseño así, por mínimo a la vez que útil, puede resultar:
Un sistema de diseño así parece el germen de un auténtico sistema de diseño. Bien, si empezamos por el germen, ya tenemos lo imprescindible para comenzar. También parece etéreo, filosófico, intangible. Bien, pongámoslo a prueba en este estado gaseoso, a medida que lo bajamos a tierra, a ver qué tal va solidificando. Pero hagámoslo, empecemos por ese algo, especialmente si no hay nada. Porque en cualquier caso, también con los sistemas de diseño, nos interesa fallar rápido, fallar barato, y aprender por el camino.
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