En este interesante estudio que realizó Linkedin con más de 25.000 profesionales de diferentes sectores y países, se analiza por qué ser una organización con propósito tiene grandes ventajas competitivas, en cuanto a posicionamiento de marca, atracción de talento y, por supuesto, aumento de beneficios.

En primer lugar, es destacable la diferenciación que se hace entre propósito, misión, valores y cultura:

¿Cómo se aterriza esto en una organización real? En Paradigma lo tenemos claro:

Y dan un consejo: echar la vista atrás y descubrir la historia de cuándo se fundó la compañía y por qué se hizo, normalmente hay más motivos a parte del puramente económico. En este sentido, me reconforta pensar que este manifiesto nos de la bienvenida todos los días en Paradigma desde hace años.

Centrados en el propósito

Volviendo al estudio, una gran parte se centra en cómo influye el propósito en las nuevas generaciones y en sus decisiones a la hora de elegir en qué compañía quieren trabajar.

De hecho, afirman que un 49% de los encuestados dijo que consideraría optar por un trabajo con menor salario si eso significaba trabajar para una empresa que tuviera un impacto positivo en la sociedad y en la vida de las personas. Esto no significa que las compañías con propósito paguen menos, ni que los profesionales orientados a propósito cobren menos, sino que estas compañías atraen mejor talento (a igualdad de sueldo) y que esos profesionales son capaces de renunciar a determinadas oportunidades por este motivo. En concreto, un 52% de los candidatos dicen que no aceptarían una oferta de trabajo si no conocen o no están de acuerdo con la misión, valores y propósito de la compañía.

Si ponemos foco en los perfiles más relacionados con el mundo digital, el escenario es muy similar. Cada vez más, no es suficiente con ofrecer nuevas tecnologías y buenos sueldos, los profesionales necesitan retos y un propósito de más alto nivel para sentirse atraídos por nuevos proyectos y oportunidades.

El papel de Agile

Me gusta pensar que la “burbuja Agile”, como algunos la llaman, ha tenido algo que ver y que ha aportado su granito de arena. ¿Por qué? Pues porque de repente un desarrollador ya no es únicamente responsable de sus líneas de código, un diseñador no es solo responsable de sus diseños y un comercial no lo es solo de vender. Porque gracias a la multidisciplinariedad de los equipos ágiles, de repente, estamos todos trabajando por un objetivo común, construyendo algo en conjunto y es, en esa unión, donde reside la magia del agilismo. Porque… ¿qué haríamos si se vendieran muchos proyectos pero nadie los ejecutara?, ¿qué nos aportarían las nuevas tecnologías si no hay dinero que invertir en ellas?, ¿de qué serviría un API si nadie lo consumiera?, ¿para qué querríamos pantallas sin funcionalidades?

Además, cuando los equipos de una compañía empiezan a adoptar marcos de trabajo ágiles, y estamos hablando de una adopción real, no solo hablamos de nuevos roles, artefactos y eventos, sino también de valores (como el compromiso, el foco, el respeto, la transparencia, etc.) y de una cultura de libertad y responsabilidad que permita la autoorganización de esos equipos.

Por estos motivos, Agile está ayudando a romper silos en grandes organizaciones y a que las personas tengan una visión más holística de sus compañías. Esto desencadena en que estas personas quieran sentir de cerca los valores “corporativos”, creer en ellos y compartir la misión y el propósito en su día a día de trabajo. En definitiva, la cultura de la organización debe estar alineada con los principios de cada uno de los que forman parte de ella.

Al final (y al principio), Agile no es más que un medio (al igual que la tecnología), lo importante es el para qué, cómo nos puede ayudar a ser mejores personas, mejores profesionales y a construir soluciones alucinantes con un gran impacto.

Sin embargo, es más fácil dejarse llevar por la moda y sucumbir ante el maquillaje Agile sin llegar al trasfondo. Del mismo modo, se empiezan a notar los primeros indicios del postureo cultural: oficinas llenas de vinilos inspiradores, mobiliario nuevo y moderno, mucha fruta, mucho futbolín, muchos puffs... Con el simple objetivo de atraer al mejor talento y que las personas que más valor aportan a las compañías no quieran ni abrir el buzón de Linkedin lleno de nuevas solicitudes.

Las prioridades cambian

Y aún así, ante el asombro de muchas organizaciones, la rotación sigue siendo alta, sobre todo en sectores tecnológicos, y las mismas dudas sobrevuelan sus cabezas pensantes: ¿pero si hemos permitido el teletrabajo?, ¿si ahora no hay que llevar corbata? ¿Qué más quieren estas nuevas y caprichosas generaciones?

Lo que quieren es saber que están contribuyendo a algo bueno, que el proyecto en el que colaboran va a tener un impacto positivo en el mundo y en la vida de otras personas o, al menos, que trabajan para una compañía comprometida con el mundo en el que vivimos.

Porque en el contexto actual, en el que ya todos somos muy digitales y muy ágiles (aunque eso habría que verlo) tenemos el deber de usar todas nuestras capacidades y conocimientos para crear un mundo mejor, o al menos, cuidar el que tenemos.

#EsÉpocaDeHéroes

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