Con menos también puede ser mejor.

Solemos afrontar la tarea de resolver un problema o diseñar un producto con una actitud constructiva, y eso está bien. Pero olvidamos con frecuencia que quitar (componentes o funcionalidades, por ejemplo) puede ser también una forma valiosa de aportar valor.

Veamos un ejemplo.

¿Recuerdas cómo aprendiste a montar en bici? Seguramente usarías unos ruedines parecidos a estos:

Pasaron décadas hasta que un nuevo diseño de bicicleta propuso una nueva forma de aprender:

Más fácil y más divertido. Además, el niño gana más confianza y desarrolla más fuerza, coordinación y equilibrio. ¿Cuál es la principal diferencia entre los dos diseños? Que el segundo tiene menos componentes: la bicicleta de equilibrio no tiene ruedines ni pedales. ¡Es mejor, con menos!

Sobre este tema tan interesante, la revista @nature ha publicado un estudio en el que muestra cómo nuestra tendencia natural es añadir, en vez de quitar, cuando intentamos resolver un problema.

Normalmente no consideramos la opción de quitar cosas (sean pedales y ruedines o funcionalidades de un producto digital) cuando queremos mejorar algo. Sin embargo, “¿qué podemos añadir a esto?” no es siempre la mejor forma de enfocar un problema.

Este sesgo hacia las “soluciones aditivas” se ve agravado por el hecho de que las “sustractivas” suelen ser percibidas como menos valiosas.

Restar suele valorarse menos que sumar y lo consideramos menos creativo que añadir algo nuevo. Además, tendemos a pensar que “lo que ya existe está ahí por una razón, mejor lo dejamos y añadimos otra cosa”. Y, por si fuera poco, el sesgo del coste hundido juega un papel también: “no vamos a tirar el dinero, el esfuerzo y el tiempo que hemos invertido en conseguir lo que tenemos”.

No es fácil, pero ser conscientes de esta forma sesgada de razonar nos puede ayudar a diseñar mejor. ¿Y tú qué opinas? ¿Quieres añadir algo? ¿O prefieres quitarlo?