Comenzaré este artículo precisamente con una historieta… Y es que cuentan que el origen de nuestra línea Digital DNA nació el día que un cliente nos dijo: “Quiero ser como vosotros, ¿qué tengo que hacer?”. Y es que no bastaba con que desarrolláramos software de calidad para nuestros clientes; además, les llamaba la atención nuestra manera de hacer; nuestra cultura digital, nuestro ADN. Y comenzaron a llegar proyectos y, sin darnos cuenta, nos vimos inmersos en la creación de un marco de trabajo.
Los comienzos, como todo, son duros. Con cierta incertidumbre por la envergadura de lo que nos íbamos a enfrentar, comenzamos a sentar ciertas bases que considerábamos esenciales para el método:
- No podíamos abandonar principios que gobernaban nuestros propios proyectos de software, es por ello, que la inspección y adaptación en el propio framework tenía que estar presente: si algo tras probarlo no tiene sentido, se quita o se evoluciona. Si probamos algo nuevo en un cliente y aporta valor, puede entrar a formar parte del método.
- Es esencial hacer entender a nuestros clientes que la transformación es un proceso iterativo e incremental, exactamente igual que cuando desarrollamos una aplicación de software. Por eso, nuestro Backlog de Transformación no se construye un día y se graba en piedra durante los meses o años que dure nuestra colaboración: evoluciona, muta y, como en todo buen backlog, hay items que nunca se realizan o que van a la basura en algún momento.
- Fieles dando a los clientes respuestas, no a lo que nos piden sino a lo que realmente necesitan, aunque nos llamen para implantar Agile en determinados equipos lo cual desde el punto de vista táctico es muy válido, vamos más allá y apostamos firmemente por acciones que busquen el largo plazo, es decir, la estrategia, y que busquen las transversalidad y trascendencia sobre la organización.
Y desde entonces han pasado por nuestras manos más de 20 clientes y algunos proyectos más, y esto ha hecho que el marco haya incorporado estos aprendizajes y evoluciones:
- El proceso debe estar gobernado por KPIs y por un buen conjunto de métricas. Y es que “lo que no se mide, no se puede mejorar” (Lord Kelvin).
- Se trata de cultura. Y vamos más allá: se trata de personas. Identificar el gran capital humano que tenemos en nuestros clientes, es la mejor manera de producir un cambio.
- Cuando nos ponemos a trabajar juntos, no somos cliente-proveedor, sino que establecemos relaciones de iguales como partners, como compañeros de camino.
- Y como en toda “relación”, establecemos una serie de reglas del juego para tener éxito en la colaboración. Condicionante como, por ejemplo, el apoyo de la dirección al cambio y la identificación de embajadores del cambio, es decir, la semilla que se implanta y crece internamente; lejos de un modelo de proveedores que generen una dependencia liderando el cambio directamente.
- En relación con el punto anterior: buscamos la sostenibilidad de nuestras colaboraciones, propiciando cambios que posibiliten que la organización soporte el cambio en el futuro.
De este tipo de proyectos podríamos contar un sinfín de anécdotas y experiencias reales desde las trincheras, y no solo mías sino del “equipazo” que formamos lo que llamamos “la oficina de Transformación” de Paradigma que es un grupo que nace con una necesidad clara: evolucionar el framework Digital DNA, unificar las buenas prácticas, compartir conocimiento de aciertos y errores y dar una respuesta profesionalizada a una necesidad cada día más acuciante de nuestros clientes. De nuestros procesos de acompañamiento salen múltiples herramientas, assessments... que queremos compartir, no puede ser de otra manera, en comunidad. Entre estas historias transformadoras en definitiva, hago memoria y recuerdo como:
- Un cliente nos pidió organizar un evento como si de una fiesta de Halloween se tratara. Nos lo pasamos muy bien pero más allá de eso está la innovación, la apertura al cambio...
- La vuelta de tuerca que supuso ponerme un casco de obra en otro cliente. Y es que también se fijan en nuestras oficinas. Las paredes de quien se dispone a abordar un cambio de este tipo, empiezan a hablar por sí solas, a ser más colaborativas: nuevas maneras de trabajar suponen nuevos roles y, también, nuevos espacios de trabajo.
- En varios clientes, hemos implantado iniciativas de gamificación, porque realmente creemos que jugar, volver a ser niños, es una manera increíble de conseguir subir al carro a muchos “tibios” de la transformación.
- Las veces que hemos tenido que decir a clientes que no entendemos una transformación como un conjunto de formaciones. Tenemos una filosofía de “learning by doing”, de aprendizaje práctico y mentorizado. Y esta postura seguro que nos ha costado más de un disgusto, especialmente a mi compañera Cristina de la Bandera, quien en primera toma de contacto con nuestros clientes les cuenta cómo podemos ayudarle desde nuestra línea de Digital DNA.
- ¿En cuántas ocasiones nos han preguntado en una venta cuanto tiempo se tarda en realizar este proceso? El camino del cambio no se recorre en una carrera de 100 metros, salvo que seas Usain Bolt y de esos, solo hay uno. La mayor parte de las empresas tardan todo un maratón (años) en hacer este proceso, y hacemos conscientes a nuestros clientes de esta situación desde el comienzo.
- Cuando hablamos de transformar, no podemos quedarnos en implantar algunas prácticas Agile. Las buenas prácticas sirven a muchos equipos, y con datos podemos demostrar que hacen más productivos a los equipos. Pero no podemos quedarnos exclusivamente en implantar métodos. Eso sería un cambio superficial. Y esto no todos lo entienden. Cada proceso de cambio es diferente. El abordaje a veces es bottom-up, otras top-down, mediante la identificación de stoppers… Intentamos abordar desde diferentes perspectivas el cambio: el coaching, la tecnología, la estrategia, la experiencia de cliente y también la del empleado… No hay una receta única.
Por último junto a este conjunto de reflexiones, queríamos compartir con vosotros que recientemente en la Conferencia Agile Spain contamos precisamente una de estas historias transformadoras, con bastante más detalle, y gracias a la organización del evento podéis disfrutar del video aquí:
Creemos que no hay mejor venta que el trabajo bien hecho. Que tus clientes se expongan a contar sus vergüenzas sobre un estrado, para servir a veces de ejemplo, y otras de contra-ejemplo, es un acto de valentía y transparencia absoluta. Eso sí que ayuda a la comunidad Agile en el mundo. Y sólo puede darse cuando hay un trabajo serio y reflexivo detrás, donde los cambios no se realizan de manera cosmética y donde en la pasión de los ponentes se demuestra que hay verdad.
Gabriel Salafranca
Desde pequeño me sedujo el mundo de los ordenadores y ahora, como Agile Coach, puedo conciliarlo con mi otra gran pasión: las relaciones entre las personas. Ayudo a empresas a ser más digitales mediante una cultura Agile con foco en el aporte de valor del producto, la eficiencia y las personas.
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