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Alejandro Asensio 08/03/2018 Cargando comentarios…
Uno de los principales puntos diferenciadores de Paradigma es nuestra Cultura. Nuestra forma de entender el trabajo en equipo con unos principios y valores muy cercanos al manifiesto agile, basados en la transparencia, la confianza y valentía, la autoorganización y la responsabilidad de las personas, es lo que nos hace diferentes.
A través de diferentes iniciativas (de algunas de ellas ya hemos hablado en el blog) intentamos fomentar y mantener este ecosistema que tanto nos apasiona. El último paso que hemos dado al respecto es la organización del primer Hackathon**cillo (más adelante explicaré el motivo del nombre).
Evidentemente no es una iniciativa revolucionaria, pero sí es algo nuevo para nosotros y, por tanto, le hemos dado un toque diferenciador como solemos hacer con todo lo que hacemos.
La excusa para organizarlo fue un reto que apareció ante nosotros en un proyecto relacionado con IoT y el procesamiento de imágenes. En general, los equipos están más familiarizados con microservicios, SPA, bases de datos… en definitiva, otro tipo de frameworks y herramientas destinadas a fines muy distintos.
Pero en esta ocasión, el equipo se encontró con problemas nuevos que les exigían salir de su zona de confort, aprender, investigar y probar algo distinto. Sintieron ese gusanillo, que todos hemos sentido alguna vez cuando te enfrentas a problemas nuevos y desconocidos.
Esa sensación de enfrentarse a un nuevo reto, propició las ganas de compartir la experiencia con el resto de compañeros. Creímos que la mejor manera de conseguirlo era a través de un Hackathon, lo que nos iba a proporcionar, además de nuevos retos, las ganas de superación ante problemas nuevos junto a compañeros nuestros. Algo que al final es parte de nuestra cultura.
Si te estás preguntando por qué el nombre de Hackathoncillo, ¡llegó la hora de explicarlo! Un Hackathon es un formato de competición en el que se convoca a una serie de equipos para resolver un problema. Se dan ciertas directrices y se dedica un tiempo considerable para llegar a una solución, en torno a una jornada.
En nuestro caso, ese formato no tenía tanto sentido. El reto que íbamos a plantear era de “nicho” y podía suponer una barrera de entrada que frenase la participación de la gente y cuanta más gente… ¡mejor! Así que ideamos un formato diferente con varios objetivos en la cabeza.
Medir el número de personas que entran y salen de un plano de vídeo en una Raspberry Pi nos pareció un reto exigente, pero sobre todo interesante y que podía generar interés por sus múltiples casos de uso, incluso en la vida privada de cada uno.
Organizamos un Lunch&Learn (una jornada de formación y brunch) que emitimos en *streaming *para todos los miembros de Paradigma dos semanas antes de la competición. En esa sesión se dio una introducción al procesamiento de imágenes, se explicaron conceptos claves, se habló de librerías, etc. Pero sobre todo se explicó el formato de la competición:
Participación en grupos de 2 a 3 miembros.
Dos semanas de duración para programar nuestros algoritmos.
Una sesión final conjunta de 2 horas en la que se daría un juego de vídeos nuevo.
Presentación de algoritmos y fallo de la competición.
Este formato nos sirvió para establecer dos caminos hasta el día final de la competición. Uno para las personas que ya sabían de procesamiento de imágenes y otro para los que, como yo, teníamos menos conocimientos.
En este segundo camino establecimos una primera fase de aprendizaje de una semana. Nuestros expertos en procesamiento de imágenes crearon un temario y varios micro-retos con el objetivo de que todos tuviésemos unos conocimientos mínimos suficientes para poder construir nuestros propios algoritmos.
Además, establecimos un canal de comunicación en Slack para que todos los participantes compartieramos dudas, inquietudes, recursos encontrados y, en definitiva, nos ayudáramos unos a otros fomentando un espíritu colaborador.
El espíritu de una competición sana es muy beneficioso para todos. Fomenta la innovación, la creatividad y genera satisfacción personal.
Con un nuevo juego de vídeos, era hora de programar nuestros algoritmos, establecer nuestras premisas y ponerlas a prueba.
Pasado el tiempo marcado, presentamos los algoritmos y… ¡el trabajo de todos los compañeros fue impresionante!
Aunque oficialmente la competición iba a durar dos horas y media, la realidad es que se alargó a más de tres. ¡Y la verdad es que nos hubiésemos quedado muchas más! La emoción y satisfacción de resolver un reto juntos fue una de las mejores experiencias que hemos vivido.
Hemos disfrutado de dos semanas de convivencia, compartiendo enfoques, vivencias, dificultades… En definitiva, nos hemos puesto a prueba y hemos fomentado el trabajo en equipo.
En el brunch posterior a la competición pudimos comentar lo enriquecedor que ha sido esta experiencia para todos y no pudimos evitar ponernos a pensar en un próximo Hackathoncillo.
El premio a los ganadores se entregó en el F5. Y si bien, todo Hackathoncillo debe tener un equipo ganador, lo cierto es que todos nos sentimos ganadores.
Paradigma lo formamos las personas y, que iniciativas como estas salgan de un grupo de personas que quiere compartir su conocimiento y experiencias con los demás, es lo que hace de Paradigma un lugar único en el que desarrollarse no solo profesionalmente, sino también en el ámbito personal.
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