Nos queremos adentrar en un concepto que no es nuevo en el desarrollo de producto o en el ámbito de la gestión de proyectos: la gestión y alineamiento de expectativas.

Pero, antes de nada, es necesario un paso atrás, en el que tomemos cierta perspectiva del porqué de este artículo.

Paradigma, como sabréis los lectores habituales del blog, es una compañía que nació allá por 2007. En ese momento “lo de Agile” no estaba en boca de todos como lo puede estar ahora, pero usar prácticas Agile como parte de nuestro éxito en el desarrollo de software es algo “Impreso a fuego en nuestro ADN”, tal y como dice nuestra página web.

Sin embargo, como contábamos recientemente al presentar Polaris (nuestro add-on al Agilismo en el que sumamos el resultado de años de experiencia desarrollando software para grandes compañías) hacen falta nuevos elementos que complementen las buenas prácticas ágiles.

Uno de estos elementos son las expectativas. ¿Por qué? Porque esto está ocurriendo en proyectos de software:

Agile ya gestiona expectativas.

Si hacemos caso de los 12 principios detrás del Manifiesto Ágil encontraremos actitudes que van a ayudarnos en este asunto:

El problema seguramente tiene que ver con una palabra citada anteriormente: la actitud. Hacer realidad estos principios o no está excesivamente ligado al entendimiento que los profesionales realicen de ello. Desgraciadamente, muchos mensajes van degradándose con el paso del tiempo y el boca a boca, y pierden su sentido original. Es ahí donde sentimos que hace falta algo más.

Recientemente, en el artículo de mi compañero Javi Navarro acerca de gestión de riesgos, hablábamos de los beneficios de “hacer un mojito de herramientas” (como diría Jurgen Appelo sobre combinar las mejores prácticas disponibles), incluso en enemigos aparentemente acérrimos como el de la gestión tradicional y el mundo agile. De igual manera puede suceder con este asunto.

Agile ya es Risk-focus oriented y también tiene foco en la gestión de expectativas, pero, en nuestra experiencia, son problemas habituales de los proyectos, dada la coyuntura cliente-proveedor en que normalmente nos movemos. Los contratos, los temidos contratos, son un elemento que atenaza a unos y otros y provoca lo peor que nos estábamos temiendo: la falta de transparencia, el empeoramiento de la comunicación, la pérdida de confianza mutua...

Nuestra solución: True North, un elemento para alinearlos a todos.

Es por eso que en el diseño de Polaris tuvimos claro desde el principio que el primer elemento a desarrollar debería ser un “alineador de personas”: nos lo imaginábamos como un DIN A4 que contenía toda la información relevante para tener una visión global del estado del proyecto; con la información suficiente como para no perder el norte acerca del futuro. Y a este elemento “para no perder el norte” lo llamamos True North.

Observándolo de un vistazo sabes por qué estamos en el proyecto, cuáles son las líneas rojas y las claves de éxito, cómo pensamos llegar al objetivo y el avance del presupuesto: es la brújula a la que hay que mirar cuando tenemos dudas.

Pero, ¿qué es el True North?

True North es una herramienta para gestionar expectativas mediante la gestión visual de la información. Para cubrir esta necesidad recomendamos al menos que contenga:

Un último aspecto importante: True North no es un elemento invasivo que llega para monopolizar la gestión del producto a desarrollar. No se puede entender este elemento sin abordarlo desde la perspectiva de cubrir las necesidades que tienen los proyectos (dar servicio por tanto) y sin incorporarlo en nuestro día a día de una manera natural en los eventos del marco de trabajo que ya utilizamos.

La gestión de expectativas nunca fue tan fácil. Estate atento a nuestro blog y suscríbete a nuestra newsletter porque próximamente tendremos una masterclass práctica donde contarte cómo crear tu propio True North.

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