Seguro que todos sabemos, más o menos, lo que es Dune. Los que menos, sabrán que es una película que se ha estrenado recientemente. Los más adeptos a la novela de Frank Herbert, como es mi caso, sabrán que Dune es el nombre con el que los fremen se refieren a su planeta, Arrakis.

No sé muy bien en qué momento me he atrevido a escribir sobre cine, pero lo cierto es que a raíz del estreno de la nueva versión de Dune, descubrí la historia de la adaptación al cine de esta novela. Una historia de rodajes tortuosos y proyectos faraónicos en la que sin duda se dan numerosos paralelismos con mi trabajo diario como diseñador de productos digitales.

No he necesitado mucho más para lanzarme a contar esta historia, la historia de la adaptación a la gran pantalla de una de las mejores novelas de ciencia ficción de nuestro tiempo.

Allá vamos.

El origen. Un proyecto guardado en el cajón.

Desde la publicación de la novela homónima de Frank Herbert, en 1965, ha habido varios proyectos para llevar Dune a la gran pantalla. Sin duda el universo desplegado por el autor ha sido, y sigue siendo, fuente de inspiración para muchos directores. Antes de la adaptación de David Lynch otros personajes de renombre como Ridley Scott intentaron crear un guión a la altura de la novela, pero el proyecto se hacía inmanejable y terminaban por descartarlo.

Alejandro Jodorowsky merece un capítulo especial en esta historia. 10 años antes del estreno de la película, el autor del mítico cómic “El Incal” tuvo en sus manos uno de los proyectos cinematográficos más locos y extravagantes de la historia del cine. Tanto fue así que ningún productor se atrevió a financiarlo y el proyecto lleva 40 años guardado en un cajón. Y es que la película planificada por Jodorowsky tenía unas magnitudes a la altura de la figura de su creador. La película habría durado más de 9 horas y entre el elenco había personajes como Mick Jagger o Dalí, que aceptó participar con la condición de ser el mejor pagado de la historia del cine (pidió 100.000 dólares a la hora, en 1975), una excentricidad más del genial pintor. Ya os hacéis una idea de por qué este Sprint 0 no tuvo continuidad.

La historia es tan rocambolesca que motivó el documental titulado Jodorowsky's Dune, estrenado en 2013 y que merece la pena ver.

El Dune de David Lynch.

El primer Dune que se estrenó en cines fue dirigido por David Lynch y producido por Dino de Laurentiis. El rodaje de la conocida película, protagonizada por un jóven Kyle MacLachlan (el famoso agente Cooper de Twin Peaks) fue una auténtica pesadilla. Según los propios protagonistas “Las estadísticas y la logística podrían describir una guerra en lugar de una película”. Sin duda una frase que valdría para describir algún proyecto en el que todos hemos trabajado en algún momento.

Algunos de los principales errores que se cometieron en esta producción te resultarán muy familiares.

Falta de alineamiento en los objetivos.

El primer gran problema surgió entre el director y el productor (¿podrían equipararse con proveedor y cliente?). Ambos tenían objetivos diametralmente opuestos sobre la película que querían hacer. Lynch quería hacer una ópera del espacio que estuviese a la altura del fantástico universo descrito por Herbert en su novela, imprimiendo su peculiar modo de entender el cine (los que conocen un poco su obra saben lo que esto supone 🤪). De Laurentiis quería una nueva Star Wars, una historia fácil de consumir y para todos los públicos, y que resultara igual de rentable que las películas de George Lucas 🤑.

Alcance sin consensuar.

La novela de Herbert está llena de matices y trasladar todo eso a una única película de algo más de 2 horas, que la hiciera fácilmente consumible por el gran público en una sala de cine, era poco menos que imposible. Demasiados requisitos para una única release.

David Lynch no quería dejar nada fuera y luchó por dividir la novela en 2 partes y hacer 2 películas, cosa que no consiguió. Tras muchas presiones tuvo que ceder y hacer una única cinta. El desastre era previsible. El primer montaje del director duraba 5 horas (me imagino la cara de De Laurentiis). Los productores, tras un golpe de estado por el que se pusieron al frente del montaje, lo dejaron en la mitad de tiempo, con lo que podríamos decir que finalmente quienes ponían el dinero se salieron con la suya. Esto seguro que también te suena familiar.

Sobrecostes.

El sobrecoste es un clásico en la lista de problemas de cualquier proyecto. Lynch tenía una visión muy particular de su película, y el proyecto era faraónico por lo que como no podía ser de otro modo, los costes se dispararon.

Por resaltar sólo algunos datos para hacernos una idea: en la película participaron más de 20.000 extras, 70 decorados, se recrearon 4 planetas y 900 hombres y mujeres participaron en algún momento como parte del equipo, 200 de ellos se pasaron dos meses peinando tres millas cuadradas de desierto para limpiarlo de serpientes de cascabel, escorpiones y cada centímetro de cactus. El coste final de la producción fue de 40 millones de dólares.

Podemos decir que el equipo y los recursos estaban sobredimensionados.

El gran fracaso.

Objetivos desalineados, falta de consenso en el alcance, sobredimensionamiento de equipo y recursos…, el desastre parecía irremediable.

La película se estrenó en 1984 y, como todo parecía indicar, fue un absoluto fracaso. La crítica fue despiadada con la cinta, empezando por los fans de la novela de Herbert que no entendieron que algunas partes fundamentales hubieran sido excluidas o tratadas como un tema secundario. El público tampoco respondió, la película no llegó a recaudar más de 30 millones (recordemos que se esperaba una nueva Star Wars). La cinta ha pasado a la historia, para muchos, como una de las peores adaptaciones al cine jamás hecha. En mi opinión no es para tanto, aunque sí es cierto que ha envejecido bastante mal.

La nueva versión.

40 años después de aquella primera versión, Hollywood se ha decidido a recuperar el proyecto, pero esta vez, a la luz del resultado, los errores del pasado se han subsanado.

El objetivo, tanto de director como de productores, ha sido trasladar a la pantalla la novela con todo su detalle, para lo cual han empezado dividiendo la película en 2 entregas, el alcance parece estar bien definido. Los resultados están siendo inmejorables, tanto de crítica como de público, la película de Denis Villeneuve ha recaudado más de 100 millones de dólares en las primeras 3 semanas, sin haberse estrenado en Estados Unidos.

Ninguna fórmula puede asegurar el éxito de un proyecto, quien diga lo contrario miente, pero unas bases sólidas, apoyadas en objetivos claros y alineados entre todas las partes, son fundamentales para construir un proyecto con garantías.

Sed buenos y leed Dune.

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