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Benjamín Garrido 22/01/2018 Cargando comentarios…
El otro día alguien me planteó que, quizá, en ocasiones, puede tener sentido trabajar en oficinas del cliente. Esta compañera me planteaba que podríamos hacer el ejercicio de ponernos en la piel del cliente para analizar sus necesidades y preocupaciones. Para realizar este ejercicio partimos de una pregunta: ¿por qué existe la consultoría?
¿La respuesta? Por un concepto puramente económico: la subcontratación frente a la contratación directa. Es decir, que en cierto modo, la propia idea de contratar a un equipo de expertos externo para desarrollar un producto ya parte de un ahorro económico.
Como resultado de ese ejercicio, recopilamos una serie de puntos que nos parecen interesantes a la hora de valorar la necesidad de desplazarnos a las oficinas de cliente.
En muchas ocasiones el cliente tiene la “sensación” de que por el hecho de no estar en un sitio en el que el “nos pueda controlar”, no estamos trabajando o no lo hacemos con la productividad esperada. ¿Os suena? ¿Habéis vivido esta situación?
Es probable que esto se deba a la herencia de una filosofía y cultura empresariales obsoletas en las que se valoraba al Director de Servicio, que tenía más “sirvientes bajo su yugo y más horas”, fueran o no productivos, a la eficiencia de recursos y no la de flujo.
Nuestros marcos de trabajo principales son Scrum y Kanban y estos nos dan distintas opciones para reducir e incluso eliminar esa sensación de baja productividad por medio de diferentes prácticas:
El hecho de trabajar en nuestras oficinas hace que todos los gastos derivados de mantenimiento de edificio, luz, puestos de trabajo... recaiga directamente en los costes de la empresa, evitando así trasladar este coste al cliente, que de otra manera tendría que asumir estos gastos si el trabajador se viera desplazado a sus oficinas.
A esto hay que sumarle que los productos/proyectos que llevamos a cabo suelen finalizarse en algún momento, de manera que los puestos que ocupamos en las oficinas de cliente pueden quedar en algún momento vacíos y, por lo tanto, infrautilizados.
Es cierto que en muchas ocasiones, por el sector en el que desarrollamos un proyecto/producto, tratamos con información sensible. ¿Qué no es información sensible en el día de hoy?
Esto es un argumento importante que implicaría tener que desplazarnos a las oficinas de cliente (por ejemplo: el CNI) pues en algunos casos (en mi experiencia los menos), los equipos son fijos, no existen la posibilidad (no se permite) de túneles VPN, no se puede trabajar con repositorios externos, no hay conexión a Internet…
Pero aún con esto, no se garantiza la salvaguarda de la información (ejemplo: Wikileaks, Vatileaks…) ya que como la inmensa mayoría de los auditores de seguridad coinciden, la vulnerabilidad más grande de cualquier empresa/sistema son las personas.
Cuando trabajamos en nuestras oficinas sobra decir que lo hacemos con nuestros compañeros y compañeras, estén o no asignados al desarrollo del producto en el que estamos directamente involucrados.
Esto facilita que en cualquier momento podamos participar de la comunidad de prácticas, redes colaborativas… y que esto revierta en un beneficio directo en el desarrollo en el que estamos involucrados. Esto que parece tan simple puede aportar mucho en un momento dado.
Uno de los principales motivos por los que trabajar en la oficina de cliente puede ser el hecho de que existan distintas áreas o proveedores con los que debemos coordinarnos y que para ello es más fácil que todos estemos en la misma ubicación física.
Esto es algo cierto, el hecho de manejar una única ubicación mejora los cauces de comunicación, disminuye la complejidad y también las interferencias pero, en pleno siglo XXI en el que la inmensa mayoría de tecnológicas trabaja con más de un proveedor, con factorías externas (no solo nearshoring sino también offshoring), trabajar deslocalizados no va a ser el mayor impedimento a la hora de coordinar equipos, ¿no?
Esto no quita que para ciertas cuestiones o momentos determinados del proyecto, como puedan ser agilizar la resolución de dudas, una puesta en producción, un traspaso... nos desplacemos a las oficinas de cliente para agilizar al máximo esas comunicaciones.
Quizá no sea algo que abunde, y por ello habla bien de nosotros. En nuestras oficinas tenemos dos opciones de jornada: la “normal”, con dos días de teletrabajo a la semana, y la jornada compacta, que nos permite hacer 4 días de horario de 8:00 a 15:00 y un día de 9:00 a 18:00.
Esto es algo que bajo mi punto de vista entra dentro de varios ámbitos (beneficios), desde la conciliación al salario emocional.
El lugar de trabajo puede tener asociadas otras variables no menos importantes que las ya mencionadas o las que mencionaremos a lo largo del post como puedan ser:
Todos en nuestro día a día tenemos una serie de necesidades para llevar a cabo nuestro trabajo dentro de un mínimo de normalidad como puedan ser:
Podríamos incluir la infraestructura necesaria para desarrollar el producto pero hoy en día, con una buena banda ancha y una VPN se llega a todas partes ;)
Cuando estamos trabajando en la oficina de cliente por lo general somos más propensos a que el Product Owner, los stakeholders o cualquier persona que esté involucrada en el ámbito del proyecto intente:
Quizás esto se de más en casos en los que se desplaza a una persona o un grupo muy reducido a las oficinas de cliente. Todos los años revisamos (al menos una vez al año) nuestro desempeño y esto se hace por medio de una serie de evaluaciones cruzadas.
Nuestra evaluación se lleva a cabo por distintos roles dentro de la empresa, y el hecho de que estemos desplazados no facilita formar una visión 100% clara sobre nuestro desempeño diario por mucho que la persona que nos da feedback lo pretenda.
Al fin y al cabo, no es lo mismo estar sentado/ubicado cerca de la persona a la que evaluamos, ver como interactúa con su equipo, como participa de las distintas comunidades… que tener que basarse en visitas o encuentros puntuales.
Recuerdo un tiempo en el que alguien se refería a los compañeros que trabajaban en las oficinas de cliente como “expatriados”, que palabra tan bonita, ¿verdad? Si buscamos el término en la RAE la definición es la siguiente:
1.adj. Que vive fuera de su patria.
Creo que no hace falta buscar muchas más ni darle mucha más vuelta, que vive fuera de la patria, sin duda no creo que se nos ocurran muchas alusiones positivas a esto, ¿no?
Pues bien, nosotros como empresa promovemos unos valores, unos principios, una cultura y cuando nos trasladamos a las oficinas de cliente ese “sentimiento” se pierde o se congela porque normalmente somos el “elemento extraño” en la oficina de cliente y es su cultura la que está en nuestro entorno en ese momento.
Nosotros podemos evidentemente difundir la nuestra, pero esto en ocasiones puede generar fricciones y ser incluso contraproducente, o directamente no tener el menor impacto.
Mi experiencia me dice que por mucho que en las oficinas de cliente estén preparadas o que nuestra propia empresa haga por facilitarnos la asistencia a las formaciones cuando estamos desplazados, esto es algo que claramente no tiene la misma llegada cuando estás en tus oficinas que cuando estás en las oficinas de cliente.
En Paradigma Digital disponemos de formación en inglés, meetups, comunidades, formaciones internas, seminarios… trasladar tan solo parte de esto a cliente es algo complejo, por lo que en la mayoría de los casos cuando nos vemos en la situación de tener que desplazarnos a cliente, acceder a estas formaciones nos es prácticamente imposible.
Y esto tiene una doble vertiente de pérdida, tanto hacia la empresa como hacia el cliente porque sus profesionales están menos formados y/o actualizados.
Otras cosas que también hacen que nos guste trabajar en nuestras oficinas:
Podríamos hablar de otros muchos puntos, esto es solo un breve resumen. En conclusión, todos sabemos que los trabajadores felices somos trabajadores más productivos, y esto es algo que se posibilita cuando tenemos todas las herramientas y facilidades a nuestro alcance. ¿Qué opináis?
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