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Alberto de la Puente Pantoja 19/12/2018 Cargando comentarios…
La fase de definición e ideación es una parte muy importante en la creación de productos y servicios digitales en la que, últimamente, hay bastante debate por la variedad de enfoques y resultados.
Dependiendo del tipo de proyecto, del tiempo, presupuesto y equipo, los resultados a obtener pueden ser variados, por lo que no hay una fórmula única.
Las hay desde las más condensadas en 5 días como Google Sprint hasta más largas de 4 a 7 semanas como nuestro RPM o Sprint Zero y en ellas pueden intervenir diseñadores, investigadores, analistas, expertos de producto, tecnología y negocio.
Cada fórmula cumple un propósito y aporta una visión más o menos detallada del producto que se quiere construir. Los objetivos pueden ir desde analizar el negocio para crear una estrategia de mayor alcance hasta obtener la mayor información para poder idear y definir el producto para su posterior desarrollo.
Una de estas fórmulas es el popularmente llamado Design Thinking (DT), creado y divulgado por la consultora IDEO. Resumidamente sería un framework para la ideación y definición de productos o servicios con el objetivo de ser una guía paso a paso de cómo diseñar productos y servicios: Empatiza*, Define, Idea, **Prototipa *y Testea.
“El DT empaqueta la manera de trabajar de un diseñador para una audiencia que no es de diseñador al codificar sus procesos en un enfoque prescriptivo paso a paso para la resolución creativa de problemas. Afirmando que cualquiera puede aplicar a cualquier problema”.
- Natasha Jen. Pentragram.
Según sus pautas “todo el mundo es diseñador” y cualquiera puede verse beneficiado de su implantación, desde una empresa privada, un hospital, como una administración pública. Siguiendo el método paso a paso, y sin ser diseñador, puedes liderar dinámicas de Design Thinking y diseñar productos o servicios. Al menos en teoría.
En el mundo del diseño se ha hablado mucho sobre esta metodología y hay detractores y seguidores a partes iguales. El principal foco de las críticas es sobre si esta metodología es o no efectiva y sobre quién la debería conducir y quién no. Sus propios creadores han tenido que salir a combatir las críticas.
Es cierto que la incursión del DT ha hecho que se hable mucho de método de diseño en todos los ámbitos de la sociedad para la creación de productos. La implantación de su marco de trabajo está ayudando a mucha gente a proyectar de una manera responsable a la vez que se visibiliza la importancia del Diseño como proceso, no como resultado.
Otro aspecto importante que ha integrado el DT es que se ha reforzado la democratización del diseño. No desde el punto de vista del diseño por consenso pero si desde un punto de vista de ampliación y formalización de los canales de entrada de información.
En el lado de la educación el DT está ayudando a aquellos que están empezando en el diseño a trabajar con una de las fórmulas para definir producto y resolver problemas de una manera metódica.
Pero el punto que realmente me parece más interesante es la validación de ideas con usuarios y planificación de test antes de fases de producción. Los diseñadores siempre hemos predicado validar, testar y evidenciar problemas antes del desarrollo para crear así soluciones efectivas y contrastadas.
Pero también el Design Thinking tiene zonas grises que me parece necesario comentar, ya que están afectando a cómo las empresas perciben el término y, por consiguiente, la profesión de diseño.
En primer lugar, el término ya se ha convertido en una commodity que aporta pseudo-valor en las mesas de decisión y estrategias de consultoras. Es lo mismo que pasó con el término “Customer Centric” que usan todos los directivos para luego seguir pisoteando al cliente final a través de sus call center. Hasta el bueno de Don Norman ha comentado que el término Design Thinking “needs to die”.
Al hacerse el término commodity, últimamente me estoy encontrando perfiles variados como PO, PM, SM o Agile Coaches que quieren sacar rendimiento de él y creen poder o saber liderar dinámicas de definición de producto.
Estos perfiles son piezas clave en entornos de producción ágiles y tienen altas responsabilidades, pero creo que en algunos casos se están dejando atraer por lo mainstream del término.
También desde hace un par de años los cursos y masters de Design Thinking han crecido exponencialmente y, en la misma proporción, las actualizaciones de estado de LinkedIn. Se ven perfiles que con cursos de 16 horas se atribuyen el *badge *de “Design Thinking Facilitator”, lo que da a entender que pueden liderar la fase de definición de producto.
Creo que el sector debería mirar con escepticismo esta serie de perfiles y analizar también cómo lo estamos aplicando nosotros. Entiendo que sea un término vendible, pero en mi opinión que un diseñador diga que sabe hacer Design Thinking es como que un cocinero diga que sabe cocinar con microondas. Lo principal es cocer, guisar, marinar, flamear, empanar... y tener gusto.
No vale cualquier perfil para llevar una dinámica de DT. La fase de ideación y definición es un proceso realmente complejo en el que solo los diseñadores y perfiles más experimentados pueden conducir y sacar el mejor rendimiento.
Se necesita hablar el lenguaje de negocio, tener habilidades de diseño, estrategia, research, experiencia en otros proyectos y otras capacidades que cuesta mucho esfuerzo conseguir. También la variedad de problemas y proyectos que te puedes encontrar es tan grande que cualquier método cerrado se aleja de disponer una respuesta adaptada a cada cliente.
En mi caso, tras casi dos décadas de experiencia me siento vulnerable en estas fases por el alto grado de compromiso y complejidad que conllevan. Nunca me he encontrado dos problemas o proyectos iguales y, aunque tenemos un método, este se adapta según el cliente y la necesidad. Raro es empezar un proyecto desde cero o sin ninguna tara.
Por otro lado, es reconocido que los resultados de las dinámicas de DT orientadas por no-diseñadores son superficiales y básicas. En muchos casos es liturgia de post-its y poca eficiencia en conocer y solucionar problemas. Es necesario más pensamiento crítico y profundidad.
Esto es un grave problema, ya que en las fases de definición los resultados de las dinámicas lo son todo y de la información obtenida depende el éxito del proyecto. No valen los trucos de chistera, humo o definiciones a medias.
Por ello creo que es necesario volver a poner en valor los roles de Diseñador UX, Servicios y Estrategia en las fases de definición por encima de dinámicas paquetizadas. Estos perfiles llevan mucho tiempo trabajando y defendiendo un método que se amolda a la variedad de proyectos.
Con este método nos involucramos en los problemas de los sistemas y negocios, tratamos de conocer realmente a los usuarios del producto y analizamos las restricciones tecnológicas que pueda haber. Esta búsqueda de conocimiento es completa y nos hace entender e interiorizar un centenar de micro requerimientos. Aportamos experiencia de otros proyectos similares que nos evita caer en errores y nos da una visión de mayor alcance. Sin olvidarse del conocimiento de formatos, soportes y plataformas.
Cuando un diseñador acompaña o lidera una dinámica tiene como fin poner una toma de tierra constante con lo tangible y acerca a visualizar conceptos abstractos. Como el que maneja una cometa, tirando o soltando cuerda, tendemos a orientar al cliente a aterrizar sus ideas.
Pero lo más importante que aporta un diseñador es que sabe traducir la lógica de negocio en comportamiento humano usando la tecnología; y si algo saben los diseñadores de experiencia de usuario es de personas y de cómo se comportan.
El Design Thinking es un método paquetizado y vendible que abre las puertas a perfiles variados de otras áreas que necesitan fórmulas para innovar y definir producto de una manera más eficiente.
Personalmente creo más en el oficio del diseñador y su capacidad y compromiso de aportar resultados. En fases de ideación es pieza clave para la generación de soluciones efectivas y su experiencia aporta un valor que pocas dinámicas consiguen.
El mundo necesita más diseñadores que piensen y menos pensadores como diseñador**.**
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