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3 autores 08/03/2020 Cargando comentarios…
Carmen siempre tuvo claro que ella quería ser informática. A los 12 años, su padre llevó el primer ordenador a casa y eso le marcó. Isabel también sintió rápidamente vocación por las carreras técnicas. Se licenció en Telecomunicaciones y los últimos años de su carrera los ha enfocado al mundo del agilismo.
Por otro lado, Noe y Elisabet nunca pensaron en estudiar una carrera STEM. Sin embargo, sus vidas laborales se han reinventado con el paso del tiempo y ahora las dos son desarrolladoras frontend. Las dos aseguran sentirse realizadas y haber encontrado esa vocación, según ellas, un poco “tardía”.
Las cuatro son compañeras en Paradigma. Las cuatro nos cuentan hoy, Día de la Mujer, a qué han tenido que enfrentarse en el terreno laboral, cuáles han sido sus miedos, pero también nos hablan de los retos que han superado y de cuáles son los mensajes que tienen para las nuevas generaciones.
Cuando llega el momento de decidir qué estudiar, ¿son las carreras STEM profesiones vocacionales? “Mi carrera —explica Isabel Soria, licenciada en Telecomunicaciones y Agile Coach en Paradigma— no es vocacional. No tenía claro cuando empecé a estudiar qué quería hacer, pero sí tenía claro que me encantaban la física y las matemáticas. Me gustaba entender el por qué de todas las cosas. Cuando acabé COU, en Tecnología estaba todo por hacer”.
Noe Medina, desarrolladora Frontend, cuando decidió qué camino seguir en sus estudios, “de primeras”, no quería dedicarse a las TIC: “Estaba enfocada a la Cienca y me formé como bióloga. Hubo un momento de mi vida que tuve que tomar una decisión. Mi hermana siempre fue un referente para mí y ella se ha dedicado a las TIC. Yo veía lo que hacía y era algo que me llamaba la atención”.
“Mi formación empezó con un Máster de Diseño Gráfico y Diseño Web y allí sí había perfiles femeninos. Pero, luego, cuando estudié FP, yo era la única chica que había en mi clase. Este porcentaje no se da solo en la parte de los alumnos, sino también en el profesorado. La única profesora que tuve era la de inglés, el resto eran hombres”, señala Noe y añade Isabel que ella no tuvo ninguna profesora en la carrera.
La OCDE alertó de la brecha de género en estudios técnicos en España: en los estudios vinculados a las TIC la proporción de mujeres es del 12%, siete puntos menos que la media de la OCDE (un 19%). En este sentido, a medida que avanzan los estudios, esta diferencia, se agrava más. De hecho, Isabel recuerda que en su último año en la carrera el ratio de mujeres era de un 1%. Además, el perfil de los matriculados de Grado indica que el porcentaje de mujeres varía notablemente según el ámbito de estudio. En las universidades públicas se observa cómo el porcentaje de mujeres en el ámbito de Informática está cerca del 10%, mientras que en Educación supera el 70%.
Carmen Vidal, CEO de Paradigma y licenciada en Informática, explica su experiencia: “Esa diferencia de género no la viví. Es verdad que las chicas tendíamos a juntarnos en las prácticas, pero la verdad es que con los compañeros nunca tuve la sensación de que nos trataran peor. De hecho, nos trataban como iguales y la verdad es que en ese sentido esta experiencia para mí fue muy positiva”.
El caso de Elisabet Andreu, desarrolladora frontend, es distinto. Se formó como programadora en Adalab, una fundación que quiere romper con esta brecha de género en el sector. “Al final —explica Elisabet— lo vives rodeada de más mujeres que están también formándose para ello y empodera mucho. Si podemos todas juntas, al final te da ese ánimo, esa fuerza, esas ganas de ayudarnos unas a otras para sacar el trabajo adelante. Llegar a un trabajo, a una empresa, y decir: estamos aquí y somos igual de capaces que cualquier hombre”.
¿Cómo es la experiencia de trabajar en un sector donde el 84% de los trabajadores son hombres? Isabel, en su trayectoria profesional, siempre tuvo un objetivo claro: “Lo que he intentado es que me vean como una persona y que valoren mi desempeño profesional. Creo que eso, afortunadamente, sí que lo he conseguido. Me he acostumbrado a trabajar rodeada de hombres. Quizás en Paradigma es donde encuentro más mujeres a mi alrededor”.
“He tenido mucha suerte —comenta Carmen— con los hombres con los que me ha tocado convivir en la oficina. De hecho, uno de los fundadores de Paradigma fue Óscar Méndez, el otro fue Nacho Cabrera, y ellos siempre han apostado igual por hombres que por mujeres en el entorno laboral. Yo creo que ellos me han ayudado a vencer barreras que tenemos las mujeres en el mundo laboral. Por ejemplo, cuando iba a una reunión me costaba mucho hacer valer mi idea e intentar convencer, o mostrarla con fuerza y ellos me impulsaban a que lo hiciera. Las mujeres tenemos ciertos comportamientos que tenemos que vencer en el mundo de la empresa y que, incluso, los hombres nos tienen que ayudar a vencer. Porque al final son los hombres los que hoy tienen el poder, son los que lideran las empresas. Deberían ayudarnos a vencer ese tipo de situaciones para romper esta brecha de género”.
Sin embargo, Noe matiza que en su caso podría parecer que no ha notado esa diferencia; pero, lamentablemente, sí se nota: “He encontrado escollos a la hora de desarrollarme profesionalmente, poder seguir trabajando en alguna empresa, tener compañeros que minan tu capacidad, que no son capaces de hacer lo que tu has dicho. Soy otro ser humano, trátame como un igual. No soy distinta por ser mujer. Los dos valemos lo mismo. Por suerte, las cosas están cambiando, poco, para lo que me gustaría, pero poquito a poco van cambiando. En Paradigma, en el equipo en el que yo estoy hemos llegado a ser 22 personas y nueve eran mujeres. Es un... ¡guau! Y me cruzo con un montón de mujeres en la oficina. Y eso me motiva a seguir luchando por cambiar las cosas, porque veo que es posible hacerlo”.
¿Los estereotipos pueden ser el causante de la proporción, tan baja, de mujeres en el sector tecnológico? Según el Libro Blanco de las Mujeres en el Ámbito Tecnológico, los factores que están operando para desincentivar el interés y la presencia de las mujeres en el mundo digital son los roles y estereotipos, que refuerzan los prejuicios sobre sus capacidades, intereses y motivaciones.
Para Elisabet, se trata de un problema social: “Estos roles que asumimos desde bien pequeños, en algún momento, espero que se lleguen a romper y que los anuncios de robótica sean para niños y niñas, y los de cocinitas y muñecas, igual”.
”Las niñas —comenta Carmen— desde muy pequeñitas sí que están interesadas por las matemáticas y ese interés está estudiado que va disminuyendo según crecen. Y yo creo que es eso, según van recibiendo mensajes de su entorno y según también los modelos que tengan en casa. Yo creo que eso influye muchísimo”.
Para Noe, además, hay situaciones que no se pueden evitar: “Esto no significa que nos pongamos piedras en nuestro camino, sino que ya están ahí. Puedes intentar bordearlas y hacer lo que quieras. Pero siempre tienes esas piedras en la mochila, ¿estaré haciendo lo correcto?, ¿esto es para mí? A veces, si no tienes referentes, no sabes si es lo correcto o no”.
Isabel, sin embargo, cree que los estereotipos no son el principal reto que hay que superar. “Hay un problema profundo del sistema educativo y de cómo orientar la enseñanza de la áreas tecnológicas para toda la variedad de personas y de mentes. Es una mezcla: el sistema educativo está fallando en potenciar o presentar de manera atractiva la tecnología y la base científica y, luego, el subyacente de los estereotipos”.
Recuerda Isabel que, cuando empezó a trabajar, en el año 1992, la conciliación ni estaba ni se la esperaba. “Cuando tu vida familiar empieza a complicarse, tener pareja, hijos..., tuve que hacer malabares no, lo siguiente, para poder seguir progresando en mi carrera profesional y, a la vez, esa dedicación a mi familia que es lo que me parecía más importante en ese momento”.
Hoy en día, por suerte, las cosas están cambiado. “El que cualquier empleado pueda salir a buscar a su hijo al colegio, o que puedas teletrabajar tranquilamente un día y en medio llevar a tu hijo al médico, son cosas que ayudan a que todos los que formamos Paradigma podamos disfrutar e involucrarnos en el cuidado de nuestros hijos”, añade Carmen.
Después de su trayectoria, de haber superado dudas, barreras… pero también después de haber encontrado su sitio en el ámbito laboral, ¿qué les dirían a las chicas que están pensando en estudiar una carrera técnica o científica? ¿Cuál es el consejo para ellas?
Elisabet: “Que pensaran, sin tener en cuenta los prejuicios y los estereotipos, qué es lo que les motiva, lo que les impulsa. Que piensen en algo que les llene para decir me apetece ir a trabajar”.
Carmen: “Que tuvieran mucha confianza en sí mismas. Porque yo creo que las mujeres podemos hacer muchas más cosas de las que creemos que somos capaces”.
Noe: “Que no tengan miedo a equivocarse. Puedes tomar una decisión hoy y, en en dos años, te das cuenta que no era para ti o que no era lo correcto. Sé que está dicho desde un punto de vista egoísta, porque no todo el mundo tiene esa posibilidad de equivocarse; pero, todos deberíamos poder hacerlo”.
Isabel: “Que tengan libertad de elección, que sigan sus pasiones y que no tengan miedo a equivocarse”.
Noe, Carmen, Isabel y Elisabet tan solo son cuatro de las muchas historias que encontramos en Paradigma. Hoy reivindicamos que somos grandes profesionales, que somos tecnólogas, creativas, arquitectas, diseñadoras, desarrolladoras, comunicadoras… que somos mujeres, que somos personas, que somos iguales y capaces.
Únete a la #GeneraciónIgualdad para un futuro más igualitario y que consigamos, entre todos, cumplir el ODS 5: lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
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