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Ignacio Rivera 17/12/2019 Cargando comentarios…
Estas últimas dos semanas ha tenido lugar la Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático en Madrid. La cumbre llegaba en el momento clave por los grandes retos a los que nos enfrentemos en todo el mundo y el agotamiento del tiempo necesario para garantizar el mínimo calentamiento de nuestro planeta.
El mensaje de contexto era claro: hablamos de una emergencia climática, no de un cambio climático.
Dentro de la cumbre se han reunido personalidades de todo tipo: líderes empresariales, activistas, políticos, sociedad civil, científicos, universidades. Encima de la mesa, se discutieron los principios del Acuerdo de París con el objetivo de buscar consenso entre todos los países.
Desde Paradigma, tenemos la ambición de poner todo el poder tecnológico y el talento digital de las personas que formamos la compañía al servicio de los grandes retos sociales y ambientales de nuestro planeta. Por esta razón, acudimos a la cumbre en la búsqueda de inspiración para utilizar la tecnología con propósito al servicio de esta emergencia climática.
Pero antes de entrar en las conclusiones de la COP25, me parece interesante resumir los principales datos y magnitudes de este problema global. Para hacerlo, me baso principalmente en 3 gráficos del informe Emissions Gap Report, elaborado por Naciones Unidas y publicado recientemente.
Los gases de efecto invernadero han crecido en una tasa del 1.5% en la última década llegando a alcanzar en el año 2018 la cifr de 55.3 Gigatoneladas de CO2e. De estas emisiones, 37.5 Gigatoneladas de CO2e pertenecen al uso de la energía.
Si analizamos las emisiones por países se puede observar que hay grandes cambios si analizamos las emisiones totales y las emisiones per cápita. El ejemplo más claro es el de China, que es el principal emisor de gases de efecto invernadero de nuestro planeta pero que en emisiones per cápita se sitúa al mismo nivel que la Unión Europea.
La COP25 tenía un objetivo claro de integración de países, formar acuerdos y no dejar a nadie atrás. Por eso, una de las noticias más negativas de la cumbre ha sido la poca presencia de grandes países emisores como Estados Unidos y China.
Al contrario de lo que piensa mucha gente, los gases de efecto invernadero no son incompatibles con una vida sostenible en la tierra. Son gases que han existido siempre y son necesarios para la vida. El problema radica en una generación desmedida de los mismos y el impacto que esta tiene en el calentamiento de nuestro planeta.
En el gráfico anterior se observan las distintas proyecciones de aumento de la temperatura ante distintas medidas tomadas por los países (Nationally Determined Contribution o NDC). Hay que recordar que el acuerdo de París buscaba limitar el aumento de la temperatura a 1,5 Cº y que las proyecciones actuales no nos acercan a este objetivo.
Uno de los grandes retos de la cumbre era, precisamente, incrementar los compromisos de los distintos países para acercarnos al máximo al objetivo de mínimo calentamiento global. Un objetivo que, como veremos más adelante, ha sido uno de los puntos críticos de atasco de la cumbre.
Muchas veces, observamos el calentamiento global como un problema de por sí y no estamos considerando todas las relaciones que este problema genera en otros ámbitos sociales como las muertes por polución, las migraciones por clima o **el aumento del impacto de los desastres naturale**s. Según Germanwatch, en el Índice de Riesgo Climático Global, España ocupa ya la posición número 29.
Problemas globales como este exigen unos enormes cambios económicos y políticos, pero también a nivel técnico y tecnológico. Un gran ejemplo de estos avances es la energía renovable, que es la solución más avanzada y eficaz para reducir emisiones de forma drástica.
Como se observa en la gráfica, la noticia para la esperanza es que el coste de la energía renovable está disminuyendo rápidamente y se están convirtiendo en la fuente más barata de generación de energía en muchos lugares del mundo.
Las previsiones siguen siendo a la baja y esto será fundamental para reducir el número de plantas de carbón y limitar la construcción de nuevas plantas.
Lo primero que hay que mencionar antes de destacar las principales conclusiones es que ha sido una cumbre donde las negociaciones han sido muy duras y se han extendido mucho más de lo previsto.
El 13 de diciembre era el día previsto para finalizar la COP, pero debido al estancamiento, estas negociaciones se han extendido hasta el domingo 15 sin llegar a un acuerdo que satisficiera a todas las partes. Mencionamos a continuación algunas de las claves que se han avanzado en la cumbre y los puntos críticos que se tendrán que resolver en el futuro.
El principal punto de conflicto y atasco en las negociaciones surge en la regulación de los mercados de carbono, lo que se recoge en el artículo número 6 del Acuerdo de París.
Con el objetivo de disminuir las emisiones, los mercados de carbono nacieron para permitir el intercambio de unidades representativas de derechos de emisión de gases de efecto invernadero entre gobiernos, organismos y corporaciones.
Los principales puntos de debate en estos mercados surgen en la integración de estas unidades entre el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París. Algunos países demandaban que estas unidades del Protocolo de Kioto se siguieran empleando bajo el nuevo acuerdo mientras otros países exigían que fuesen recortes nuevos.
Según afirmaban los principales responsables, ante la falta de consenso se ha preferido aplazar el acuerdo de los mercados de carbono para llegar a un consenso claro el año que viene en la cumbre de Glasgow.
Tras los mercados de carbono, el segundo gran punto de desacuerdo se daba en las ambiciones y compromisos establecidos para reducir las emisiones. La ONU advertía que se deben multiplicar por cinco los esfuerzos de los países para limitar la temperatura a los 1,5 grados.
Apoyándose en estas alarmas de la ciencia, muchos países buscaban aumentar sus compromisos en la reducción de las emisiones. Otros países, por su parte, se limitaban a lo acordado en el período anterior y no veían necesario replantear dichas cifras de nuevo.
A pesar de que no se ha llegado a los acuerdos y ambiciones previstas, al menos se ha establecido un acuerdo de mínimos donde distintos países se han comprometido a presentar planes de reducción más ambiciosos el año que viene.
Frans Timmermans, Vicepresidente Ejecutivo para el Pacto Verde Europeo, presentaba en la COP25 las ambiciones de Europa para liderar la transición necesaria y las soluciones a la emergencia climática. En un interesante debate con jóvenes de todo el mundo, Frans Timmermans reconocía que uno de los principales retos es hacer a la gente consciente del impacto que tiene lo que compra.
Precisamente en esta línea, la Comisión Europea está barajando distintas soluciones como certificaciones de transparencia ambienta en los productos, precios variables en función de la huella de carbono o medidas para fomentar la economía local a través de la legislación. Todas ellas con el objetivo de permitir a las personas estar más informadas y actuar con más responsabilidad.
Parte de estos debates citados anteriormente enfrentaban a países desarrollados y a países en vías de desarrollo, ya que las realidades de cada uno son muy diferentes y, por tanto, las ambiciones y la financiación para conseguir los objetivos también.
En el protocolo de Kioto, las medidas acordadas diferenciaban los compromisos de países desarrollados y no desarrollados, algo que no sucede de manera tan clara en los nuevos acuerdos. Por esta razón, los países en vías de desarrollo demandaban más ayuda y financiación para poder afrontar esta transformación.
Además, hay que tener en cuenta que las consecuencias de la catástrofe climática son más grandes en los países en vías de desarrollo. África, por ejemplo, es responsable de solo el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero por su situación geográfica, clima y dependencia de industrias primarias como la agricultura, sufre las consecuencias más que nadie.
Tras esta cumbre volvemos con la sensación de que se ha acabado el tiempo de debatir, de hablar, de negociar, de idear, de diseñar. Se ha terminado el tiempo de las buenas intenciones, ha llegado el momento de pasar a la acción.
La ciencia lleva tiempo advirtiendo de los retos a los que nos enfrentamos, las nuevas fuentes de energía renovables ya presentan niveles de precio similares a las energías contaminantes y las tecnologías y conocimiento necesario para impulsar esta transformación ya están en manos de personas y de distintas organizaciones. Es la hora de pasar a la acción e implementar las soluciones necesarias.
En Paradigma pensamos que es época de soluciones y también época de héroes, buscamos compañías valientes dispuestas a utilizar la tecnología para generar impacto positivo.
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