Cuando escuchamos hablar sobre “impacto social” a menudo lo asociamos al ámbito empresarial. En los últimos años puede apreciarse cómo el compromiso de las empresas con la sostenibilidad y la responsabilidad social se ha ido desplazando desde la periferia hacia el centro de sus estrategias.

Para ponernos en contexto, en septiembre de 2015 se establecieron una serie de objetivos globales, con metas específicas a conseguir en 15 años, para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.

Si bien son objetivos evidentemente necesarios, nuestra evolución nos ha llevado lejos de ellos y esta declaración aparece más como una alarma que como un recordatorio. Para lograr acercarnos a esos objetivos sólo parece haber un camino y es que estemos todos implicados: gobiernos, sector privado y sociedad civil.

Una de las tendencias sociales que ha impulsado el cambio en el ámbito empresarial es que cada vez un mayor número de consumidores quieren que su decisión de consumo sea relevante en términos de mejorar el mundo. Esto me parece un cambio decisivo que nos traslada ya a otro nivel.

La revolución, que ya estamos viviendo, consiste en que el valor social y medioambiental forma parte sustancial del valor que pagamos por las cosas.

Empresas tecnológicas

De acuerdo, el impacto social ya forma parte de la agenda empresarial. ¿Pero qué pasa si bajamos a la sala de máquinas?, ¿somos conscientes los diseñadores y desarrolladores de nuestro papel a la hora de generar impacto social?

Si nuestra empresa se plantea generar impacto, una de las bases para lograrlo es que las personas que formamos parte de ella, estemos motivadas y conscientes de que nuestra actividad aporta valor en ese sentido.

En mi caso, como desarrolladora front, he intentado hacer un pequeño ejercicio de reflexión sobre el papel que podemos desempeñar en todo esto, teniendo en cuenta las diferentes facetas que se relacionan en el ejercicio de nuestro trabajo:

1 El trabajo de desarrollo de aplicaciones.

Aplicaciones para lograr los objetivos

Claramente, el desarrollo de aplicaciones cuyo objetivo ayude a alcanzar cualquiera de los objetivos de desarrollo sostenible establecidos, será una aportación valiosa de los desarrolladores que participan en ella.

Tener conciencia de nuestra capacidad y de las posibilidades de mejora es la base para un estado mental propicio a detectar necesidades y, por tanto, encontrar posibles soluciones.

Ya sea en productos o servicios operativos en los que ya trabajamos, como en nuevas oportunidades que llegan, la empresa motivada por generar impacto debe ser un lugar donde el desarrollador pueda exponer ideas que persigan estos objetivos, que puedan ser valoradas y, en su caso, llevadas a cabo como proyectos al mismo nivel que el resto. La línea que dividía ambos ámbitos se está difuminando, y el gran reto para todos es construir esta nueva forma de pensar y trabajar.

Código que creamos para cualquier tipo de aplicación

Como desarrolladores, nuestra actividad tiene impacto social no sólo por el tipo de aplicaciones que construimos, sino también por la forma en que creamos nuestro código.

Analizando los objetivos, vemos que podemos contribuir a algunos de ellos:

Es fácil, en este punto, adquirir conciencia del impacto que generamos si desarrollamos código que cree aplicaciones cada vez más accesibles de manera que eliminemos barreras de acceso a servicios y productos. Con más razón si nuestro trabajo se relaciona con servicios básicos como banca, enseñanza, seguros, comunicaciones...

Más allá de la obligación legal que pueda exigir niveles de accesibilidad para ciertas aplicaciones, si tomamos conciencia de que el objetivo está ahí para mejorar la vida de todos nosotros, será más fácil incorporar criterios de desarrollo accesible en nuestro día a día, y comunicar a compañeros y clientes, el valor que aporta.

2 El desplazamiento al lugar de trabajo.

Como trabajadores de una empresa que vamos, con mayor o menor frecuencia, a una oficina a desarrollar nuestro trabajo, tiene impacto social la forma en que nos desplazamos a ella, y el número de desplazamientos que hacemos.

Si nos fijamos en los objetivos y metas:

La empresa motivada por generar impacto puede favorecer el teletrabajo y la flexibilidad horaria con el objetivo de reducir el consumo de CO2 de sus trabajadores. A su vez, puede facilitar acciones o recursos para impulsar el uso de medios de transporte menos contaminantes por parte de sus trabajadores en sus desplazamientos a los lugares de trabajo, o para impulsar el ejercicio físico en su día a día:

Por otro lado, los trabajadores podemos reflexionar sobre nuestras formas de desplazamiento y la posibilidad de introducir pequeños cambios en este sentido:

3 La convivencia en el lugar de trabajo

Como personas que comparten un espacio común, tiene impacto la forma en que nos implicamos en la gestión de los residuos que generamos. Podemos intentar, por ejemplo:

No es una cuestión irrelevante la actitud individual en todos estos aspectos, y son el tipo de acciones cuyo esfuerzo requerido es pequeño y el valor que aportan, grande.

Más allá del espacio laboral, la convivencia puede generar otro tipo de acciones que ayudarían a este objetivo de “Producción y consumo responsable”, por ejemplo crear una base de datos común de tiendas o servicios enmarcadas en esta nueva economía que busca la sostenibilidad. Poner en común entre compañeros de trabajo información de productos adquiridos, o las experiencias positivas en este sentido, podría ser una acción interesante.

En un sector donde la presencia femenina es muy minoritaria, se hace necesaria una sensibilización por parte de todos los que formamos parte de estas empresas para favorecer el logro de este objetivo.

Hay que tener presente que si bien la discriminación consciente se ha reducido notablemente en los últimos años, es más difícil la barrera de la discriminación inconsciente. En este sentido, la socialización diferenciada, los estereotipos aprendidos, los sesgos de género que reproducimos (independientemente del sexo que se posea) son el reto que tenemos por delante.

¿En qué se concreta todo esto? Podemos preguntarnos algunas cosas que pueden mejorar el autoconocimiento y el ambiente de trabajo en general hacia un lugar más libre, acogedor y constructivo:

Un buen ejercicio, en general, es la escucha. La escucha libre de prejuicios no es fácil. Personalmente creo que ayuda pensar más allá de nuestra propia experiencia, poner distancia, quitar el foco de nosotros mismos (en el tema de género parece fácil caer en la identificación personal), informarnos y escuchar a quien pone encima de la mesa un problema o una experiencia. Y si es un tema relacionado con la desigualdad de género, que sea escuchado de igual forma que si es otro tipo de problema.

Estaremos así más cerca de modificar de forma valiosa nuestro entorno cercano, dando un paso enorme hacia el logro de uno de los objetivos de desarrollo sostenible más relevantes si tenemos en cuenta su transversalidad.

Conclusiones

Si hace pocos años me hubieran contado que estaríamos hablando en estos términos a nivel empresarial y global, no lo hubiera creído. Si bien es cierto que personalmente tengo la suerte de formar parte de una empresa avanzada en muchos de los aspectos tratados en este artículo, creo que es necesario ponerse en marcha, cada uno en el punto y en el lugar en el que se encuentre.

Frente a nuestra tendencia a pensar que podemos hacer poco individualmente en la consecución de logros globales, a menudo un breve ejercicio de reflexión saca a la luz no pocas acciones, actitudes y comportamientos que forman parte del engranaje básico y necesario para lograrlo.

La conciencia del valor que aportamos con nuestras decisiones y forma de hacer código, tanto al producto como al usuario, es parte del motor del cambio social.

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