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Óscar Ferrer 28/09/2022 Cargando comentarios…
En los últimos tiempos hay dos términos que suenan de manera habitual tanto en círculos técnicos como de negocio: el Edge Computing y las nuevas redes 5G.
Durante el último año hemos leído mucho sobre sendas tecnologías y cómo van a cambiar nuestro día a día. En este post intentaré explicar cómo estas dos tecnologías se están complementando para generar nuevos modelos de negocio para las empresas Cloud y Telco y cómo van a hacer posible nuevos casos de uso para los consumidores finales.
Pero, antes de nada, aclaremos algún que otro término en toda esta nube de buzzwords.
El concepto Edge Computing es complicado definir, ya que ha emborronado la frontera tan clara que hasta ahora teníamos entre los dispositivos, la red sobre la que se transportan los datos y los servidores (bien sea Cloud u on-prem)
Se podría decir que el Edge realmente supone acercar la capacidad de cómputo y almacenamiento allá donde se generan y consumen los datos. Pero… ¿Qué quiere decir esto?
Imaginemos un escenario de IoT en una piscifactoría donde multitud de sensores envían datos cada pocos segundos hacia servicios alojados en una cloud pública.
Los datos se generan en las cubetas y son consumidos mediante un centro de control (también ubicado en la piscifactoría) donde se toman acciones como subir la temperatura del agua o iniciar un proceso de limpieza. Esos datos viajan desde la piscifactoría al cloud y de vuelta a la piscifactoría.
Si nos llevamos este escenario a un enfoque de “Edge Computing” la piscifactoría podría ser una localización Edge donde hubiese desplegado una combinación de hardware y software que diera los servicios de recolección, procesamiento y visualización de datos sin necesidad de salir a Internet a una de las ubicaciones de la cloud pública.
Es aquí donde entra en juego Google Distributed Cloud Edge. Este nuevo producto, presentado en el último Google Next, consiste en un conjunto de hardware y software que podemos llevarnos a cualquier localización. Es decir, podemos tener un pedacito de Google Cloud en una fábrica, en una tienda de ropa o en un crucero.
Esto nos va a permitir hacer uso de los servicios de Google Cloud de igual forma a como lo hacemos actualmente, solo que sin necesidad de atravesar Internet hasta los data center de Google.
Esto sin duda tiene varios beneficios:
Existen ya varios casos de uso relacionados con estas nuevas tecnologías. Si buscas por Internet verás muchos ejemplos relacionados con la realidad aumentada o cualquier XR (eXtended Reality). Procesar y renderizar este tipo de escenarios virtuales requiere de un alto grado de computación y de muchos, muchos datos.
Si por ejemplo nos encontramos con un Smartphone queriendo visualizar un modelo 3D con alto grado de detalle, es posible que este no pueda procesarlo. Sin embargo, si disponemos de una localización Edge, esta nos va a permitir descargar gran parte de la carga de computación y transmitir al dispositivo los datos estrictamente necesarios para que pueda realizar la visualización.
Dado que el consumo de datos se haría desde un Edge, dispondríamos de un gran ancho de banda y una latencia muy baja, por lo que, a efectos del usuario, no sabría distinguir si el grueso del trabajo se está realizando en su teléfono o en la “nube”.
Sin embargo, para mi gusto, este es un ejemplo un poco anodino. Imaginemos que nos encontramos en una cadena de fabricación de piezas de automóvil donde se realiza una inspección visual de las piezas mediante un aparato construido y programado para encontrar desperfectos.
Esa maquinaría, construida ad hoc para el proceso, posee una potente cámara para la recogida de imágenes, pero también hardware dedicado al procesamiento de las imágenes que está capturando.
Usando un producto como Google Distributed Cloud nos va a permitir mover toda esa carga computacional al Edge de la fábrica, lo que supone un cambio de paradigma con muchos beneficios, ya que nos permite:
A pesar de todo lo que se habla del 5G y después de haber vívido las olas del 2G, GPRS, UMTS, y 4G, es difícil creer que esta nueva tecnología vaya a traer muchos más cambios, aparte de “más velocidad”. Sin embargo, si profundizamos un poco en sus tripas, nos daremos cuenta del porqué se le está dando tanta importancia.
Sin lugar a dudas, el principal cambio que trae es la APIficación de las redes de telecomunicaciones. ¡Si, la APIficación también ha llegado al mundo de las radiocomunicaciones! Pero… ¿y en qué nos afecta esto? Arquímedes decía: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.
Pues bien, las APIs son ese punto de apoyo que, en este caso, nos permite interaccionar con las redes móviles de una manera estandarizada y sencilla, y abierta a cualquier desarrollador con un PC y conexión a Internet.
Hasta ahora las empresas de Telco sacaban partido a su infraestructura alquilando la red a terceros, lo que ha permitido, por ejemplo, la proliferación de los operadores móviles virtuales (OMVs). Sin embargo, las APIficaciones de la red móvil permite mucho más.
Con este nuevo enfoque, y de la misma forma en la que las compañías más digitales han hecho negocio vendiendo sus APIs, las Telco podrán vender servicios de valor añadido poniendo a disposición las suyas.
Como podemos ver esta imagen, su nueva arquitectura resultará muy familiar a los lectores de este blog. Sigue el estándar de cualquier empresa digital donde, mediante varias capas software, consiguen abstraer la complejidad de los protocolos y hardware de radiocomunicaciones hasta convertirlos en un “simple y llano” portal de APIs con un SDK.
De nuevo las Telco han encontrado un escape a la tan temida ‘comoditización’ que siempre les acecha. El 5G les abre la puerta a nuevos negocios, principalmente en el B2B. Pero para entenderlo mejor aterricemos alguno de los ejemplos.
Uno de los más simples puede ser el de ofrecer un servicio de CDN. Por ejemplo, Google Cloud dispone de más de 140 puntos de presencia (PoPs) a lo largo del globo donde cachea contenido de Internet para servir de forma rápida cuando consultamos una web.
Imaginaos ahora que en cada torre de comunicaciones de Movistar, Vodafone u Orange pudiésemos disponer de una copia de esos datos. El número de puntos de presencia se multiplica exponencialmente, así como la velocidad en que las páginas se podrían servir.
Pero ahora vamos a un caso de uso más complejo y real. Imaginemos que tenemos una flota de drones encargados de inspeccionar las torres eólicas en busca de daños. Estos drones transmiten la imagen en streaming a través de la red móvil y llega un momento que el operario que lo controla detecta un posible defecto que no es capaz de determinar con claridad debido a la resolución.
En ese momento, sería útil poder aumentar la resolución del streaming de FullHD a 4K, pero necesitamos más ancho de banda ¿Cómo lo hacemos? Gracias a la API que la compañía móvil nos facilita, nuestra aplicación puede hablar con la red para ampliar el ancho de banda de la señal y así poder pasar el streaming a resolución 4K.
Esto, por cierto, forma parte de otro de los grandes cambios de las redes 5G denominado ‘network slicing’. Gracias a esta funcionalidad las Telco podrán revender ‘pedazos’ de su red que, junto con las APIS, permitirán a las empresas hacer literalmente lo que quieran con su pedacito de red.
Y ahora solo queda unir las piezas. Las empresas de telecomunicaciones no solo van a necesitar desplegar un amplio ecosistema de APIs a lo largo de su infraestructura para monetizar el 5G, sino que también van a poder ofrecer servicios de valor añadido. Imaginaos la potencia de disponer de mini Google Clouds en las torres de comunicación de las Telco a lo ancho y largo del país.
Estos servicios de valor añadido podrían ser desde un servicio de CDN que comentamos hasta un servicio de reconocimiento de imágenes. No es nuevo que las clouds públicas y, en este caso concreto, Google Cloud, nos brindan un portfolio de servicios que permite desarrollar aplicaciones complejas con tiempos de desarrollo muy ajustados.
Sin embargo, muchos casos de uso requieren tiempos de respuesta o de seguridad que a día de hoy no pueden ofrecer las Cloud.
Por ejemplo (y poniéndonos un poco peliculeros): con estas tecnologías se podría disponer de un servicio de reconocimiento facial o por voz que encendiera tu coche sin necesidad de llave cuando pulsas el botón Start.
Combinando los servicios de Google Cloud con Google Distributed Edge podríamos desarrollar una aplicación usando los servicios de reconocimiento facial o vocal de Google que, desplegados junto con la red móvil, nos daría latencias tan bajas que el usuario no percibiría lag entre la pulsación del botón y el encendido del coche.
De hecho, estas tecnologías van a tener mucho que decir en el mundo del coche autónomo, donde los vehículos van a tener que procesar grandes volúmenes de datos ofreciendo respuestas inmediatas.
Como hemos podido ver, el 5G realmente sí que va a presentar un cambio sustancial en muchos aspectos, y no tanto por su mayor velocidad, sino por el cambio de paradigma en como se expone y se interactúa con las redes móviles.
Esta exposición de la red a través de APIs hace que productos como Google Distributed Edge sea la combinación perfecta para explotar este nuevo ecosistema que se nos presenta.
Para concluir y a pesar de lo prometedor del panorama, tanto las organizaciones internacionales de telecomunicaciones como las empresas de comunicaciones (Ericsson, Nokia, Huawei…) y las grandes Telco (Movistar, Orange, Virgin…) están insistiendo mucho al mercado en que el éxito del 5G depende de que se generen nuevos casos de uso atractivos para empresas y consumidores.
Aunque ya existen algunos brotes realmente estamos en un momento de semilla, de laboratorio, de PoCs… y si la siembra es buena, los frutos serán más que interesantes. Quizá estemos ante el nacimiento de algo que de nuevo cambiará nuestros hábitos, pero aún tendremos que esperar un poco para verlo.
Si te interesa profundizar un poco más te animamos a que escuches el episodio de nuestro podcast en el que hablamos del tema.
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